Rosario
era una criatura feliz, bonita y pequeñita que llevaba de cabeza a todos los mozos del pueblo. Su
vida transcurría tranquila entre sus actividades en la parroquia y sus clases de costura cuando conoció a Pedro, que vivía en el pueblo de al lado y no paraba
de irle detrás. A sus padres no les
hacia ninguna gracia ese pretendiente ya que solo era un pobre pescador de Bárbate…
pero a ella le gusto de seguida. El Pedro le parecía muy guapo, con el cabello
engominado i su pequeño bigote que le bailaba sobre una sonrisa permanente, sí,
le parecía muy guapo, seductor y además muy buena persona. . Le hizo padecer un
poco hasta aceptar ser su novia. Pedro
se la gano, en los nueve años que duro el noviazgo nunca estuvieron solos, siempre les acompañaba el hermano
pequeño de ella, Juan, y con mucho
trabajo le pudo arrancar un par de besos apasionados. Por fin se casaron y
Rosario se fue a vivir con Pedro a Bárbate, a su pequeña casa blanca de pescador.
Bárbate es un pueblo al sur de la provincia de Cádiz,
en la costa atlántica, donde hay calas desiertas que solo visitan las
golondrinas, porque solo se puede acceder por mar. Calas que dibujan el litoral
de la Janda con amplias playas abiertas al atlántico, playas con la arena más
blanca que os podáis imaginar.
Hacía
más de 15 años que Pedro era pescador y continuaba mareándose nada más subir a
la barca. Además comenzaron los problemas jurisdiccionales con Marruecos y veía
que, todo y trabajar muchas horas al día, su sueldo no le llegaba ni para vivir
con estrecheces. Esto le hizo decidir, a sus 35 años, aprender a leer y
escribir para poder sacarse el carnet de conducir camiones. Cambio de trabajo,
pero todo lo que había aprendido no le sirvió más que para cargar sacos en un
camión, no para conducirlo, él quería ser chofer, Pero los dueños de la
empresa lo tenían condenado a cargar
camiones. Cada día que pasaba veía que no podía darles un futuro digno a sus
hijos.
Pedro
decide inmigrar a Barcelona, sin saber si sería fácil o difícil. Solo sabía que
Bárbate no le daba la oportunidad que necesitaba.
Pedro
llega a Barcelona, se baja en la estación del tren de Francia con tan solo una
bolsa de ropa en la mano. Se fue a vivir a casa de sus primos Carmina y
Cayetano. El tiempo que estuvo solo
añoraba a la Rosario y los niños; no podía soportar ver a las familias que
paseaban los días de fiesta, se le encogía el alma. Así que tan pronto como pudo se trajo a la
familia a Barcelona, y se prometió a si mismo que no pasaría ni un solo día más
lejos de ellos.
Pedro
consiguió ser conductor de unas de las maquinas que se usaban para la
construcción de las autopistas y, además, hacia muchas hora extraordinarias
como guarda de obras. Los fines de semana que trabajaba se llevaba a la Rosario
y los niños a la obra a pasar el día. La Rosario preparaba las fiambreras con
comida y los niños vivían aquellos días como la mejor de las aventuras.
En
1970 después de cuatro años de lucha y
de abandonar Bárbate Pedro, con su
familia se instaló en Canovelles. Era un pueblo pequeño sin servicios, todo
eran campos…. En este pueblo hecho raíces, sus hijos han crecido, se han
enamorado, han tenido hijos, les ha dado nietos… Catalunya, Canovelles, la tierra que los acogió cuando más lo necesitaba
era ahora su tierra, su pueblo. Hoy si hubiese tenido que irse de Canovelles lo
pasaría aun peor que cuando se tuvo que ir de Bárbate. Pedro ya era parte de
esta tierra.
Han
pasado más de 40 años de su partida de Bárbate…. Pedro acompaña a Rosario, su
mujer, al Centro de recuperación donde la ayudan a no perderse en una niebla
sin recuerdos. Caminan de la mano por el Paseo de la Ribera (la ruta del
colesterol), encogidos, ella más pequeña
que nunca, su mirada ausente per culpa de la enfermedad. No sabe dónde va, no
tiene pasado, no tiene presente, pero conoce la mano de Pedro y se siente
segura teniéndolo a su lado.
Él
se siente como si paseara con su novia, su bonita niña de Vejer. Con el tiempo
se ha convertido en sus ojos, en su memoria, en su compañero… caminan poco a
poco. Pedro mira el paisaje distraído, a un lado ve las naves de las fábricas, grandes y pequeñas, camiones
aparcados, cajas, paquetes, obreros trabajando... al otro lado, el rio Congost.
Ahora el agua está limpia e incluso viven peces y patos, pero hace unos años
era un rio de agua sucia; Pedro piensa que el rio ha vuelto a tener vida. Al
otro lado del rio se ve el barrio de LLadonet donde tuvo su primera casa cuando
llego del pueblo. Ve la silueta del Ayuntamiento de Les Franqueses, la vieja
escuela con los edificios separados para niños y niñas; detrás su pueblo
Canovelles, donde ha conseguido la vida que quería para sus hijos cuando salido
de Bárbate.
La
Rosario camina ausente a su lado. También mira el Rio y delante de sus ojos se dibuja una gran pineda y un pequeño
pueblo blanco de pescadores; a la derecha, la costa atlántica; donde todavía
hay calas que solo son visitadas por las gaviotas, porque solo se puede acceder
por mar. Calas que dibujan el litoral de la Janda con amplias playas abiertas
al atlántico, playas con la arena más blanca que os podáis imaginar.
El
26 de junio hará 3 años que la Rosario nos dejó, Hoy Pedro vuelve para siempre
al lado de su bonita novia de Vejer y los dos se darán de la mano para volver a
pasear descalzos por la blanca arena de
las playas de Bárbate.
Pedro,
Periquín, papa, suegro, tito… gracias por ayudarnos a crecer y madurar tanto en
el Sol como en el hielo. Gracias por
darnos tanto amor . Tú siempre estarás entre nosotros.
Descansa en Paz.
Canovelles,
29 de abril de 2013.