lunes, 17 de diciembre de 2012

Aquesta es l’escola que vol el Partit Popular, el ministre Wert . LA ESCUELA NACIONALCATOLICA, L’ESCOLA DEL MINIESTRE WERT


Aquesta  es l’escola  que vol el  Partit Popular, el ministre Wert:

LA ESCUELA NACIONALCATOLICA,
L’ESCOLA DEL MINIESTRE WERT


EL FLORIDO PENSIL (Andrés  Sopeña Monsalve)

PILARIN, LA TONTA.
“Resultado: pues ningún caramelo, y Pilarin es tonta. “ Eso, o algo parecido, fue lo que puse en la libreta; y me castigaron. Dos palmetazos y sin comer a mi casa; por culpa de la tal Pilarín, la niña esa.
Que yo pensé que lo mismo me había equivocado. Pero no; repasé con los dedos, y no. A ver: 2 caramelos que dio a su hermanita, más 1 caramelo que dio a su primito, suman 3 caramelos. Y si tenía 3 caramelos y dio 3 caramelos, pues no le quedó ningún caramelo a Pilarín; y era más tonta que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina. Porque si hubiera dado uno a cada uno, le habría quedado otro a ella; y eso , pues está bien y era lo que había que hacer cuando tú tenía tres caramelos , tu hermanita y tu primito ninguno, y ellos se enteraban y se lo decían a tu madre, los puñeteros. Pero el problema no decía nada de eso, a que a lo mejor le faltaban datos.
El Ruiz me dijo que lo mismo Pilarin era diabética, como su tía, la del Ruiz, y que no podía tomar dulce porque se moriría. Pero se veía que eso no podía ser, porque entonces en el problema pondría “ Un asesino da tres caramelos  a una niña diabética que se llama Pilarin …”
Lo más seguro es que se tratara de una niña abnegada, de esas de las lecturas, que la madres está enferma y eso. A lo mejor hasta tenía un paralís en una pierna, la Pilarin.
Adolfo y Emilio también me cayeron gordos enseguida. Fue por lo del 73:
“Ejercicio 73. Tomar muchas piedrecitas y con ellas formar montones de 1, 2, 3 o más decenas”
Y a mí, aquello, pues me parecía una tontería muy grande. No me iba a tirar toda la tarde cogiendo piedras, en vez de jugar. Y luego los amigos:
·        ¿Qué haces?
·        Aquí , con las piedras
·        ¿Por qué?
·        Son decenas
No veas el cachondeo. Y a pique de que me pusieran el decenas o el piedras para el resto de mis días.
Y a mi casa tampoco podía ir. Los bolsillos y la cartera llenos de piedras, menuda se iba a poner mi madre:
·        ¡Dios mío cómo viene! ¿Pero qué traes ahí?
·        Piedras
·        ¿Piedras? ¡Este niño no está bien de la cabeza! ¿tú quieres acabar conmigo? ¿Es que no se te va a ocurrir nunca nada bueno?
·        Son deberes. Tengo que contarlas
·        ¡Tonta! ¡Encima me tomas por tonta! Anda, tira para la calle y suelta toda esa porquería… ¡Que purgatorio de chiquillo!
Y, por una vez, mi madre habría tenido razón
Pero Adolfo y Emilio, a lo que parece, no tenían amigos; o eran huérfanos.
“82. Adolfo tenía muchas piedrecitas y las fue disponiendo en grupos de diez. Habiendo resultado 4 grupos ¿Cuántas tenia?
“84. Emilio dispuso sus piedrecitas en grupos de 10. Resultaron 3 grupos y sobraron 7 piedrecitas ¿Cuántas tenia?
Yo puse que 40 uno y 37 el otro, ya ves tú la tontería, que no tardé ni media hora en resolverlo. Astutamente, me callé que me parecían unos pánfilos y no me castigaron. Pero la cosa, lo veía venir, se podía poner mucho peor cuando llegáramos a las centenas y lo millares; no veas “Recoge muchas piedrecitas y agrúpalas en montañas de mil … “
El maestro decía que el saber no ocupa lugar, y que todo lo que estudiáramos ahora nos seria de utilidad el día de mañana, cuando fuésemos hombres de provecho. Pero yo comenté en casa que de mayor nunca sería contador de piedras, y a todos les pareció muy bien.
( ….)
Y otro día que no me castigaron fue cuando todos los niños de la clase estaban equivocados menos yo, y a todos les daba de respuesta “18.292 pares”, y a mí: “imposible, por los huevos de abajo”, Y el maestro me preguntó que de que huevos hablaba, y en vez de darme un palmetazo, cogió el libro y leyó el problema, y le dio la risa:
“74.- En un cesto hay 36.584 huevos ¿Cuantos pares de huevos contiene?
Y luego me pidió que explicara mi respuesta, pero que me esperara un momento que iba a llamar a su hermano, que era el maestro de los mayores, y que no quería ni un ruido, y que Torrecillas apuntara a quien hablara. Y cuando volvió, pues yo expliqué que treinta y seis mil quinientos ochenta y cuatro eran  una barbaridad de huevos y que no se podrían juntar tantos, y que cómo era el cesto. Además, todos los de abajo, los huevos, estarían aplastados y chorrearía por todas partes y quién iba a llevar un cesto tan enorme poniéndose perdido, que sí la tonta de Pilarin.

LA CLASE DE CATECISMO.
Le temíamos a la clase de catecismo más que a una vara verde. Menos Fernandito y Torrecillas, raro era el que no salía con la cara caliente. Es que no podía ser de otra manera, porque, a ver: Dios es nuestro Padre, que está en el Cielo ¿no? Y estaba bien; lo decías y te librabas. Pero después don Simón te preguntaba: “ ¿Dónde está Dios nuestro Padre? Y tú: “Pues en el Cielo”. Y ¡Plas! Tortazo. Que ya no estaba allí, hombre; que ahora era “En todo lugar, por esencia, presencia y potencia”, fíjate. Y de nuevo: “ Por qué decís que está en los cielos? Y tú: “No, sí ya no lo digo; es que me he equivocado” y ¡Plas!, otra vez, que había vuelto: “Porque en ellos se manifiesta más particularmente su gloria”, aclaraba Fernandito.
Como en los dioses, que no me había estudiado, pero que lo saqué por matemáticas.
·        P: ¿El padre es Dios? – le preguntaron a Fernandito, que seguro que sabía del padre de quien hablaba…
·        R: Sí, padre, el Padre es Dios – para mí, primera noticia.
·        P: ¿El hijo es Dios?- ésta era para Torrecillas.
·        R: Sí, padre, el hijo es Dios
·        P: ¿El Espíritu Santo es Dios?
·        R: Sí, padre, el Espíritu Santo es Dios  - respondió el Ruiz, que ya le había cogido el truquillo a aquello.
·        P: ¿Son, por ventura, tres dioses?
·        - Tres, exactamente – respondí yo, que había llevado la cuenta. ¡Y me dio una torta!
( … )
·        P: ¿Veis vos que sea Dios trino y uno, o como es Cristo Dios y hombre?
·        R: No, pero créelo más que si lo viese.
Después de contemplar el guantazo que me había llevado, el Sánchez Peinado creía ya hasta en que las vacas volaran, si menester fuera.


Ni LOMCE, ni retallades.
En defensa de l’escola pública de qualitat catalana i en català.