Esa
es la conclusión a la que han llegado todos aquellos estudiosos sobre el
fenómeno de los “bulos”. Nunca se sabe muy bien de donde salen pero se extiende
como la pólvora y al final todo el mundo lo da como cierto. Si alguien intenta
desmentirlo y mostrar la verdad lo único que consigue es realimentarlo. No
importa sobre que sea el “bulo” pareja, “cuernos”, política, social…. siempre
se extiende y se afianza como si fuese la verdad.
Me
contaban que en EE.UU se corrió el “bulo” que el presidente Obama no era
Americano. Se empezó a extender y casi el 50% de la población lo daba por
cierto. El equipo del presidente se puso a trabajar en ello llevando a cabo una
intensa campaña para desmentirlo, ya que no era cierto. Al acabar la campaña
había aumentado las personas que pensaban que el presidente Obama no era
americano del 50% al 76%. Es decir se consolidó la mentira, el bulo.
En
Barbate, pueblo de mar, gaviotas y pescadores, donde yo nací. Una noche se
corrió el “bulo” de que se había oído por la radio de los barcos pesqueros que
venía un fuerte maremoto, tan fuerte que las aguas del atlántico se tragarían
al pueblo entero. A medida que se corría el “bulo” el pueblo se alteraba, la
gente en la calle en pijama, se buscaban las familias, huían a la montaña,… el
Alcalde tras comprobar que no era cierto salió en un coche con un megáfono y se
paseó por todo el pueblo desmintiendo el “bulo”, intentando tranquilizar a sus
vecinos. El efecto fue todo el contrario, el pueblo se alteró más y la gente
marchaba desesperada hacia las montañas de Vejer y decían: “cuando el Alcalde
sale es que lo que viene es muy gordo”.
No
me hubiese gustado estar en el lugar del Alcalde. Los únicos que se
beneficiaron de tan absurdo alboroto fue el churrero y el del horno de pan de
Vejer, pues a pesar del susto, el miedo,…los barbateños no renunciaban irse al
otro mundo con el estómago vacío y que mejor que unas porras de churros y
tostadas con manteca colora.
Alcalde de Canovelles
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